La agarró de la cintura y la besó. Primero con furia, luego con suavidad. Y ella lloraba porque aunque tenía claro que eso no podía seguir así, lo amaría siempre y no había nada en ese odioso universo que le arrancara ese sentimiento del corazón.
- Liv… - sollozó en su oreja. Ella abrazó la cabeza de Gael contra su pecho. Ojalá no tuviera que soltarlo nunca pero hay cosas que les superaban…Incluso a ellos.
- Gael – le llamó, mientras intentaba parar el diluvio de sus ojos - Nosotros más que nadie sabemos que fuimos creados para estar juntos. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, tal vez no en esta vida. Pero en algún punto de nuestra detestable existencia, quizás cuando sólo quede polvo de nosotros, volveremos a encontrarnos.
- Eso no me sirve – Dijo deshaciéndose de su abrazo -Te quiero, aquí y ahora – Un beso apasionado siguió a esa confesión, intentando demostrar algo que ella ya sabía. ¡Qué difícil era dejarle ir cuando no paraba de recordarle la razón por la que no podía sacarle de sus entrañas!
- Gael, Gael - Tenía que pararle antes de que se llevase su cordura. Tenía que hacerle entender - Escucha, Gael, la Tierra, en algún punto de su longeva historia, decidió que ni los terremotos, ni los tornados, ni los incendios eran suficiente castigo para tan crueles inquilinos – Intentó explicarle - ¿No te das cuenta? No son las guerras y la contaminación lo que acabará con este mundo. Nosotros seremos la razón. Somos el detonante que hará que este mundo explote en pedacitos. Somos el ultimátum de la Tierra, una bomba con cuenta atrás. Cada segundo que pasamos juntos es uno menos para la humanidad. Y nadie va a cambiar por nosotros. La gente seguirá destruyendo todo a su paso. No dejarán de ser lo que son por un amor trágico. No podemos continuar juntos, ¿entiendes?