Masturbación como el punto álgido del
día, a partir de ahí todo es decadencia. Qué patético soy. Sin
trabajo, sin metas, sin ella. Con la única expectativa de que mi
mano me lleve al orgasmo mediocre, una y otra vez. Quizás si me corro
lo suficiente no vea el día de mañana. No vea su hueco en mi cama.
No sienta lo frío de las sábanas. Qué bombeo tan mecánico, qué
éxtasis tan poco placentero. Debo dormir, pero no puedo. Debo
hacer algo, pero no quiero. El dilema de la escoria del vago. Me doy
la vuelta. Qué incómoda se ha vuelto esta cama. Me giro para el
otro lado. Me aburro. Me tumbo boca abajo. Pienso en ella, en su
cuerpo flaco, en las curvas de sus costillas marcadas en su cuerpo.
Me tumbo boca arriba. Mi polla se levanta. Joder, menuda mierda de semana.