Todo el mundo se vuelve adicto a aquello que
pueda llegar a hacer desaparecer su dolor. Para algunos estaba la bebida, para
otros las drogas, la violencia, la adrenalina; pero para mí solo estabas tú. Tu
olor, tu mirada, tu inesperada sonrisa. Hubiese sido un acierto pensar que, como cualquier otro
tipo de adicción, acabarías resultando más dañino de lo esperado.